La era industrial es el marco institucional de la actividad económica que se originó en Gran Bretaña y Europa a medianos del siglo XIX, la cual proporcionó un amplio margen de acción a la iniciativa hacia las empresas privadas, permitiendo la libre elección de la ocupación y las transformaciones socioeconómicas, teconológicas y culturales de la humanidad.
De igual forma apoyaba a la propiedad individual y a las normas legales, haciendo referencia en el uso de la racionalidad y la ciencia para la constitución de los fines materiales.
En la era industrial, las organizaciones consiguieron ventajas casi exclusivamente gracias a la especialización de las capacidades funcionales en fabricación, compra, distribución y marketing. Con el tiempo, esta especialización excesiva condujo a las empresas al estancamiento y la ineficacia, la falta de cooperación entre departamentos y respuestas lentas a los cambios.
Así mismo en la era industrial los productos y servicios se ofrecían baratos. Pero en realidad cuando el ser humano ha satisfecho sus necesidades básicas de alimento, cobijo, vestimenta y salud, reclamará soluciones individualizadas a sus problemas, ya que no existen dos personas con las mismas necesidades ni inquietudes.
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